Cascada Carmesí es una escultura que juega con la tensión entre la geometría y la organicidad. Una torre de cinco cubos idénticos se eleva en una secuencia vertical, desafiando la gravedad al apoyarse sobre sus vértices.
La uniformidad de los cubos se ve interrumpida por un violento chorro de pintura roja que desciende desde la cima. La pintura, como sangre derramada, se escurre en chorros y gotas, creando un contraste dramático con el fondo oscuro.
La obra evoca una sensación de fragilidad y fuerza, de orden interrumpido por el caos. La pintura roja, con su intensidad y fluidez, añade una dimensión emocional a la escultura, invitando al espectador a reflexionar sobre el significado del dolor y la transformación.